Cuando una amistad se quiebra, la reparas, no la echas a la basura. Aplica para todo lo demás.
En nuestros tiempos, el ciclo de vida de las cosas es muy corto, ya sea porque estas se dañan rápido, no son reparadas, pronto pasan de moda y con facilidad son reemplazadas. Esta actitud consumista se ha extendido a las relaciones interpersonales, entonces apenas conocemos a alguien, inmediatamente lo consideramos nuestro amigo, tenemos un par de conversaciones de cualquier tema superfluo y ya somos inseparables. Unos días después, notamos que esa persona no es tan genial o aparece alguien más interesante en su horizonte y de un momento a otro ya no volvemos a saber de ella. Y así sucesivamente, con cada adiós un sinsabor diferente.