México, al igual que el resto de países latinoamericanos, tiene una muy nutrida tradición en cuanto a creencias en magia y hechicería se trata. El sincretismo hizo que algunas tradiciones indígenas se mezclaran con la fe católica, así que resultaron en verdaderas joyas de esta cultura. En la web de Weekend Warrior conseguí muchos objetos esotéricos inspirados en la cultura mexicana, llenos de misticismo.

El mal de ojo es una de las creencias esotéricas más extendidas en México y Latinoamérica. Según la tradición, es una enfermedad causada por la transmisión de malas energías por medio de una mirada pesada –se trata de una característica con la que una persona nace–, bien sea bajo voluntad o involuntariamente. Los niños son especialmente sensibles al mal de ojo. Este produce síntomas como diarrea, vómito y depresión.

Pero el mal de ojo no es solo una creencia de este continente, más bien es milenaria; civilizaciones como la egipcia o griega lo han contrarrestado con sellos o amuletos, como el ojo de Horus y el Nazar.

En la cultura mexicana, también existe una bonita tradición llamada el Ojo de Dios Huichol, un tejido entre una cruz que representa los puntos cardinales, basado en que el ojo espiritual tiene el poder de ver y entender cosas que el ojo físico desconoce. Se cree que protege a aquellos que oran, es un objeto mágico y un antiguo símbolo cultural.

En las culturas prehispánicas suramericanas, el Palo Santo –que significa "madera sagrada"– era quemado para la purificación espiritual, la limpieza energética y la curación. El Palo Santo con fines esotéricos se usa para inspirar creatividad, evocar protección, infundir bendiciones y brindar amor y buena fortuna. Es perfecto para usar antes y después de una meditación.

Los amuletos o talismanes son objetos esotéricos a los cuales les conferimos propiedades mágicas, con poderes de protección o buena suerte. Los amuletos acompañan a los mexicanos desde la cultura mexica, en donde existían numerosos objetos a los que se atribuían virtudes mágicas protectoras. Algunos de estos eran navajas de obsidiana, plumajes preciosos, minerales y restos animales.

Las más antiguas de todas las ofrendas, –velas significa “luz”–, tienen como propósito iluminar el transitar de los difuntos en el Día de Muertos. También se le enciende una veladora a la Virgen de Guadalupe en su día, el 12 de diciembre.

En Mesoamérica, desde hace más de 3.000 años, los pueblos prehispánicos veneraban los huesos de sus antepasados como representaciones de sus dioses, considerándolos como un puente al otro mundo. Los mexicas o aztecas trasladaron el culto a las calaveras a templos y objetos de poder. Con la llegada de los colonos, estas tradiciones se mantuvieron latentes, hasta mediados del siglo XX, cuando se extendieron por todo México, y se popularizaron en el Día de Muertos, ¿o cómo olvidar la ya icónica catrina?

Jessymar Daneau Tovar (@letroupe)